En las últimas semanas, acceder a leer un periódico digital o a nuestras Redes Sociales se está convirtiendo en todo un lujo. La desinformación y complejidad ofrecida al usuario de cara a aceptar y controlar sus datos personales en la web es cada vez mayor.
Las últimas novedades a las que nos enfrentamos nos obligan a tomar una decisión bastante controvertida;
“O acepto el uso de cookies según me indican en la web o bien pago una cuota para que no utilicen mis datos personales.”
Generalmente, si nos paramos a leer el contenido de la ventana de cookies, nos daremos cuenta que aceptar el uso de las cookies supone unos tratamientos de datos personales que escapan a nuestro control sobre ellos. Aceptamos que muchos socios y empresas terceras accedan a nuestra información personal para sus intereses y es prácticamente imposible o muy difícil encontrar herramientas que permitan ajustar ese tratamiento según nuestras preferencias.
Ante esto, las autoridades europeas a través de una controvertida sentencia sobre el “asunto C-252/21 del TJUE Bundeskartellamt”, dejaron la puerta abierta a establecer un método de pago para no utilizar datos personales de los usuarios por parte de las empresas. Ya que como bien sabemos, nuestros datos personales tienen valor y nada es gratis en Internet.
No obstante, el Reglamento General de Protección de Datos es muy claro cuando nos advierte que el consentimiento recogido en las webs para el uso de datos personales debe ser libre, específico, informado e inequívoco, y debe poder retirarse tan fácilmente como se dio.
En este aspecto se ha generado un gran revuelo en el mundo de la protección de datos personales. Numerosos profesionales y organizaciones como NYOB, han denunciado estos hechos para que esto se aclare lo antes posible, ya que se entiende que nada tiene de libre decidir entre dar todos mis datos o tener que pagar para ello. Y más aún, si hablamos de un derecho fundamental que debe ser gratuito para todos.
La complejidad de este asunto es muy alta ya que los servicios digitales y de publicidad de las webs muchas veces dependen directa y exclusivamente de que se utilice la información de los usuarios que acceden a ellas. El entramado de empresas e intereses que hay detrás de una web es tan complejo que ofrecer este tipo de control al usuario muchas veces choca con los intereses legítimos de las organizaciones. No obstante, parece ser que ofrecer transparencia, herramientas que permiten la gestión al usuario y protejan nuestra información, y encontrar un equilibrio entre los intereses generales, no está en los planes de muchos de ellos. Quedando mucho trabajo por hacer en la materia.
Por todo ello, todavía es más importante como consumidores saber cuáles son nuestros derechos y cómo ejercerlos. La formación, concienciación y educación son pilares fundamentales para evitar abusos sobe el uso de nuestra información personal. Así pues, si la organización a la que nos dirigimos no nos ofrece garantías para ejercer nuestros derechos, el consumidor podrá denunciar el caso ante la Agencia Española de Protección de Datos que sancionará, como ya ha hecho en ocasiones, a las empresas responsables de estos tratamientos de datos.
Por lo demás, tendremos que seguir trabajando y realizando grandes esfuerzos por la defensa de los consumidores. Y como reflexión final, lector que estás leyendo este artículo, si estás dispuesto a pagar una suscripción para que no utilicen tus datos, ¿estarías también dispuesto a pagar para poder ir a votar o tener libertad de expresión?.
Adrián Juste Pardo-Vocal de la junta de Aicar