Solo el 5% de los estudiantes tiene conocimientos avanzados en economía doméstica y finanzas para el día a día
Matemáticas, Ciencias, Lenguaje, Literatura… son algunas de las asignaturas en las que se pone el foco en las aulas y siempre están en el punto de mira para evaluar los resultados de un estudiante. Pero, ¿es suficiente para que una persona, ya sea joven o bien en su edad adulta, se valga en el día a día? Depende. La respuesta varía en función de qué aspectos de la vida cotidiana valoremos. En el caso de la economía doméstica y finanzas, es evidente que no.
Los datos lo constatan. El último informe PISA refleja que sólo el 5% de los alumnos posee conocimientos avanzados en finanzas. Es más, el 17% de los estudiantes en España no adquirido una base mínima para tomar decisiones informadas en materia financiera en su vida.
Un porcentaje este último –el 17%-, que puede parecer pequeño. En realidad, no lo es. No hay que obviar otros datos del informe: el 95% de los alumnos solo entiende términos muy globales, como el concepto de factura, presupuesto o nómina, pero el 40% no es capaz de interpretar lo que hay en ella. Y los problemas se detectan sobre todo a la hora de saber qué es exactamente el rendimiento al invertir, el tipo de interés o el tipo de cambio o cómo funciona realmente una hipoteca.
La situación todavía es más preocupante si se compara España con otros países como Bélgica, con el que existe una diferencia de 41 puntos, o con Dinamarca con el que se dista 35 puntos. Los datos tampoco son halagüeños si se cotejan con la media de la OCDE, aunque se acortan: 486 puntos de España frente a 498. Es decir, 12 puntos por debajo del conjunto de los estados miembro de esta organización, según consta en su propio estudio. Es un ratio que se aleja más si solo se atiende a ese 5% de los estudiantes más avanzados. En este caso, España tiene tres veces menos alumnos duchos en las finanzas cotidianas en relación a los países líderes en esta materia.
Son datos que deben preocuparnos porque estos jóvenes son ya los consumidores de hoy en día. Y también los del futuro. Toca pasar así a la acción sin desmerecer el resto de asignaturas porque hay vínculo directo entre áreas como lengua, ciencias y matemáticas y capacidades como la comprensión lectora y numérica con saber entender e interpretar los distintos conceptos financieros.
Pasos se han ido dando, aunque todavía los datos reflejen unos resultados, en realidad, un tanto “tímidos” para los 16 años de trabajo en educación financiera desde que, en 2008, España diseñase una estrategia nacional en este campo para los más jóvenes. No obstante, no ha sido hasta la aprobación de la LOMLOE, cuando desde el Ministerio de Educación se ha visto la necesidad de tomar más actuaciones como establecer las competencias clave, con carácter transversal, que todo alumno debe adquirir entre los 6 y 18 años.
También algunos centros educativos han tomado cartas en el asunto. Una de las medidas más comunes en ESO y Bachillerato, son las asignaturas, aunque de carácter optativo, sobre educación financiera.
Pero, a la vista de los resultados del último informe PISA, ¿hay que cambiar el currículo académico? La respuesta debería ser afirmativa. Es necesario tener unos consumidores informados y con capacidad de tomar decisiones en materia de economía doméstica y sobre temas que les van a acompañar una buena parte de su vida como es una hipoteca o el pago con una tarjeta, aunque ahora sea virtual.
El aprendizaje en las aulas es una base sobre la que es preciso que se siga formando a las personas, en general, para saber discernir y percibir señales de alerta ante productos financieros o servicios del día a día cada vez más sofisticados, con términos más complejos, confusos o que se “parapetan” con traducciones del inglés realizadas, a veces, un tanto a la carta.
La formación en el aula es una premisa clave. Y no es la única. Para avanzar, es necesario contar con docentes con educación financiera para que transmitan este conocimiento y aplicarlo de forma práctica para una fácil comprensión. Otra opción es colaborar de manera habitual con asociaciones de consumidores que puedan realizar esta función en el aula.
Las medidas para mejorar el conocimiento en economía doméstica y finanzas tienen, además, un tercer pilar: el hogar y la familia. Juegan un papel decisivo en la educación financiera. Desde pequeños es posible enseñarles cómo deben manejarse en el día a día con hábitos tan sencillos como gestionar una pequeña paga semanal o mensual, saber cómo ahorrar, controlar el gasto, fijar objetivos económicos… Es decir, establecer una relación práctica con el dinero desde una edad temprana y con carácter práctico para ayudar a asimilar y fijar mejor los términos.
La importancia del núcleo familiar aún va más allá. Es fundamental que los menores en casa vean una actitud responsable en materia de finanzas por parte de sus progenitores. Ya se sabe: no hay nada como predicar con el ejemplo. Y todo esfuerzo es poco para que los niños y jóvenes de hoy puedan realizar una buena gestión financiera en su etapa adulta.
Y, aquí también queda mucho por hacer, porque solo casi la mitad del alumnado habla con sus progenitores sobre economía doméstica y finanzas. En algunos casos, esta relación se vincula a unos casos determinados como el dinero para compras o la paga, por poner algunos ejemplos.
Esta labor educativa es compleja para algunos progenitores. El 36% de los españoles entre 18 y 64 años de edad reconoce no tener los conocimientos suficientes en este campo, según los últimos datos de la Encuesta Funcas sobre cultura financiera.
Nuevamente, toca así incidir en la educación financiera en todos los tramos y franjas de edad con acciones constantes para evitar sustos, reclamaciones y problemas mayores, como se ha visto en el caso de la vivienda y las cláusulas suelo por mencionar algunos ejemplos del impacto negativo de no saber qué se firma en ese “matrimonio” prolongado en el tiempo con una entidad. Y sobre todo para que seamos consumidores más protegidos y con un sentido más crítico.
Eva Sereno
Periodista colaboración