El auge de la inteligencia artificial en los últimos años ha sido especialmente notable, transformando nuestra forma de informarnos, comunicarnos y consumir contenido en plataformas digitales. Pero ¿somos realmente conscientes del papel que juega en nuestras vidas?
La inteligencia artificial (IA) es una rama de la informática que desarrolla programas capaces de emular procesos propios de la inteligencia humana. Es decir, las máquinas pueden analizar el entorno y realizar determinadas acciones de manera más o menos autónoma con el fin de lograr objetivos concretos.
Funciona mediante el procesamiento de grandes cantidades de datos a través de algoritmos avanzados que imitan la forma en que los humanos aprenden, razonan y toman decisiones. Estos sistemas analizan patrones en la información, los procesan y generan respuestas o predicciones basadas en su aprendizaje.
Los modelos de inteligencia artificial son entrenados intensivamente con una gran cantidad de datos recopilados de todo Internet, que permiten a estos sistemas de lenguaje comprender y generar respuestas naturales. Se utilizan ampliamente para personalizar recomendaciones en plataformas digitales, optimizar procesos comerciales, organizar tareas y ofrecer asistencia virtual.
También se emplea en el comercio para personalizar recomendaciones, optimizar inventarios y mejorar la logística, basándose en el análisis de datos sobre el comportamiento del consumidor.
La reciente integración de inteligencias artificiales en nuestra vida cotidiana ha generado preocupaciones y dudas sobre la privacidad y el uso de nuestros datos personales, especialmente si los usuarios no son conscientes de estas prácticas.
Meta AI, el chatbot de inteligencia artificial de Meta (Facebook, WhatsApp, Instagram), permite conversar con él como si fuera una persona, hacerle preguntas y solicitarle tareas. Por otra parte, Gemini, desarrollado por Google, es un modelo de IA capaz de interpretar distintos tipos de contenido: texto, imágenes, audio e incluso código, y está integrado en servicios como Google Search, Maps, Gmail y YouTube.
Aunque ofrece muchas ventajas, también hay que tener en cuenta algunos riesgos importantes a la hora de utilizarlas, como la vulneración de derechos, la dificultad de acceso a los datos, la falta de profesionales cualificados, el coste de su desarrollo, la pérdida de empleos, la dependencia de la tecnología y la posibilidad de su uso con fines maliciosos.
La inteligencia artificial sabe mucho más sobre nosotros de lo que creemos. Recopilan y analizan enormes cantidades de datos personales: nombres, ubicaciones, comportamientos de compra, intereses, patrones de navegación… Incluso pueden inferir detalles personales como edad o género a partir de interacciones inocentes.
Esto genera serias dudas sobre nuestra privacidad, especialmente cuando no hay transparencia sobre cómo se recopilan y usan esos datos, y plantea la necesidad de regulaciones que protejan los derechos de los usuarios.
Desde AICAR ADICAE advertimos que la opacidad en el uso de estos datos pone en riesgo la privacidad de los consumidores, y exigimos una regulación clara y accesible sobre los derechos digitales.
Las inteligencias artificiales como Meta AI y Gemini cumplen una doble función: por un lado, son herramientas útiles que ayudan con tareas como organizar información o responder preguntas; por otro, pueden influir en nuestras decisiones y opiniones. Esto se debe a que utilizan algoritmos que analizan nuestros hábitos para mostrarnos el contenido que consideran más relevante.
Estas recomendaciones personalizadas afectan lo que vemos, desde productos hasta noticias, y pueden terminar moldeando nuestros gustos, compras e incluso creencias.
Aunque estas tecnologías pueden hacer nuestra vida más fácil, también es importante entender su capacidad de influir en nosotros. Por eso es fundamental que haya transparencia en cómo funcionan los algoritmos, una vigilancia constante y que los usuarios participemos activamente para garantizar un uso ético y responsable de la inteligencia artificial.
AICAR ADICAE recuerda que estas tecnologías están entrenadas para maximizar beneficios empresariales, no para proteger al usuario, lo que puede traducirse en sesgos, manipulación o sobreexposición publicitaria.
Las IAs están cada vez más presentes en nuestra vida cotidiana, ayudándonos a redactar mensajes, resumir textos, responder preguntas u organizar tareas. Sin embargo, esta comodidad puede llevarnos a depender de sistemas que no comprendemos completamente y sobre los cuales tenemos un control limitado. Desde AICAR ADICAE defendemos el derecho a elegir y entender cómo funciona la tecnología que usamos.
AICAR ADICAE exige ética, transparencia y control ciudadano. Ante la aceleración del despliegue de estas inteligencias artificiales, AICAR ADICAE reclama:
- Poner en conocimiento del consumidor siempre que se esté interactuando con una IA.
- Información clara y comprensible para todos los usuarios.
- Un marco legal que garantice derechos frente al uso masivo de datos.
- Supervisión pública de los algoritmos.
- Alternativas tecnológicas fuera del control de grandes monopolios.
En conclusión, la inteligencia artificial ha venido para quedarse. Pueden hacernos la vida más fácil: redactan correos, responden dudas, organizan nuestras tareas… Pero también pueden fomentar una dependencia tecnológica sobre sistemas que no entendemos ni controlamos. Debemos tener el derecho a elegir y comprender la tecnología que utilizamos, y exigir un futuro digital más justo, ético y transparente.
Patricia Lahoz
Voluntaria de AICAR ADICAE