Economía familiar: ¿de verdad no puedes ahorrar?

Economía familiar y ahorro

Tres métodos para tu fondo de caprichos, emergencias y proyectos

La salud financiera de un hogar depende de las decisiones que toman sus miembros en el día a día. Desde luego hay consideraciones de sentido común como priorizar gastos, comparar precios, no retrasarse en pagos que puedan suponer recargos, ahorrar para imprevistos, etc.. Pero la capacidad ahorradora depende de cada grupo familiar: no es lo mismo un hogar con un salario medio, viviendo de alquiler y tres hijos en edad escolar, que una persona soltera con unos ingresos que cuatriplican el salario base, viviendo en casa de los padres. Ahí van tres métodos populares para que tengas tu propio fondo de emergencias.

El método Kakebo, desarrollado por la periodista y educadora japonesa Motoko Hani a principios del siglo XX, se adapta a cada grupo familiar.  Kakebo significa “libro de cuentas” y consiste en llevar un registro diario y por escrito de todos los gastos, ya sean fijos o variables y clasificarlos por categorías.

Al principio de cada mes se anotan en una libreta los ingresos de la unidad familiar (salarios, rentas, trabajos extras, regalos, propinas,  etc…) y del montante total se descuentan los gastos imprescindibles: hipoteca o alquiler, comida, medicamentos, agua, luz, gas, colegios, transporte, …   De la cantidad que resta se decide qué parte se destina al ahorro mensual.  Hay que ser realista con las posibilidades de ahorro de cada uno y ponerse metas alcanzables. Más vale empezar poco a poco que intentar alcanzar un gran objetivo, no cumplirlo y frustrarnos.

Todos los días se anotan en la libreta los gastos que se realicen agrupándolos bajo 4 epígrafes:

  • Supervivencia: hipoteca, luz, agua, alimentación, …
  • Ocio y vicio: restaurantes, viajes, tabaco…
  • Culturales: Libros, cines, museos, teatro…
  • Imprevistos: averías, cumpleaños, desplazamientos ineludibles, …

Cada semana, con las cantidades anotadas diariamente se hace un balance de lo gastado, si nos hemos ajustado a lo inicialmente proyectado y se comprueba el saldo disponible hasta final de mes.  Si ha habido desviaciones en exceso del gasto proyectado, es el momento de corregirlas para conseguir los objetivos de ahorro.

Al final de cada mes comprobamos si hemos alcanzado esos objetivos.  Sólo queda reflexionar sobre la naturaleza de los gastos que es de lo que fundamentalmente va este método: ser conscientes de en qué empleamos nuestros recursos.

Esta evaluación nos servirá para detectar esos “gastos hormiga” como suscripciones que no usamos, compras que no nos hacen falta (¡esas sandalias o camisetas que hemos llevado una vez!), comidas para llevar que son más caras e insanas, …

Y también hay técnicas para reducir gastos de supervivencia como planificar el menú semanal, ir al súper con la lista de la compra escrita, consultar las ofertas de supermercados mediante sus apps o folletos, utilizar restos de comida (carne para croquetas o empanadillas, caldos de restos de pescado para arroces, patatas cocidas sobrantes para ensaladillas, etc…), duchas más rápidas, bombillas de bajo consumo, buscar ofertas de luz y gas, reparar electrodomésticos o comprarlos de segunda mano, etc…

Como cualquier método tiene sus inconvenientes ya que requiere constancia y disciplina. Pero también muchas ventajas: no hacen falta conocimientos de economía, solo saber sumar y restar y es independiente del número de miembros de la unidad familiar.

Hay otros métodos menos exhaustivos, como el método 50/30/20: 50% de los ingresos para gastos básicos e imprescindibles (hipoteca, alimentación…), 30% para gastos prescindibles (ocio, TV de pago, viajes, …) y 20% para el ahorro. Este método no tiene en cuenta los ingresos y necesidades de cada grupo familiar pero puede ser un comienzo.

 También es popular el método de las 52 semanas. Consiste en ahorrar la misma cantidad de dinero que número de la semana: 1€ la primera semana, 2 € la segunda, 3 € la tercera y así hasta la semana 52 en la que nos encontraremos con 1378 €.  Se puede adaptar este sistema a las posibilidades personales: puedes incrementar de 2 en 2 € la cantidad semanal o de 0.5 en 0.5 € lo que destinas a la hucha. Lo importante es ser constante y no ceder a la tentación de echar mano a la bolsa antes del tiempo marcado.

Sea cual sea el método que uses ahí va una sugerencia para el dinero ahorrado: mételo en una cuenta aparte para proyectos o como fondo de emergencias: ¡cuando veas que el saldo aumenta te motivarás para organizarte mejor!

Mercedes Artigas

Socia de AICAR ADICAE

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